domingo, 30 de junio de 2013

Vida artificial

Me he perdido. Pero en realidad, creo que nunca me he encontrado. El aire sabe metálico. Observo los edificios viejos mientras respiro bocanadas de veneno artificial. Gotean las ideas de mi cabeza, fundidas por los prejuicios que me frenan. Gotean, recorren mi mejilla y caen al suelo en un elegante y viscoso charco de fracasos.
Lo intenté, al menos lo intenté. Pero me perdí, nos perdimos todos. Ni nos dimos cuenta y los valores ya se habían echado a correr. Siempre nos quedará este maldito camino que se sirve de sueños rotos por farolas, se ve muy vacío. El reloj de ese andén lleva ya décadas parado, las agujas están de vacaciones a otro tiempo pasado, cuando los segundos aún se podían aprovechar.
¿Lo ves? Este desfile ya no avanza a su compás. Ahora llueve en nuestra siempre soleada Toscana, y las luces de la gran ciudad se apagan por completo, nos dejan al fin a solas con la luna, la arena y el mar.


Me he perdido, pero eso no es sinónimo de me he rendido.

Vamos a nadar hacia una isla desierta, virgen de sociedad, donde podamos volver a encontrar nuestra humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario