Para cuando entré
ya se enjuagaba los ojos
De mareas
tempestuosas
Que se llevaban
los cangrejos,
Que, aunque ya se
sepa,
Caminan de lado
Y nunca avanzan.
Para cuando
llegué ya volaba,
Entre la ventana
y el suelo
Y seguía hasta
más abajo,
Y llegaba hasta
Australia.
Le perdí,
teniéndolo a mi lado,
Le amé sin amor,
Porque estaba
demasiado oscuro
Para oír
Sus latidos.
Y así él buscó un
final que ya había terminado.
Había hecho las
maletas y,
Después de
esperar el tren durante días,
Lo cogió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario