Te puse las
promesas en la boca para que me las vomitaras amablemente y aun así te culpo
ahora por tu indecisión verbal. Y digo verbal porque la sexual quedó clara, y
queda marcada en el ritmo de una canción lenta que dura meses, manteniendo el
fuego en el solo interpretado por un guitarrista solitario y amargado. Te imagino
como un viejo con quince gatos y un sueño roto. Te imagino como un virgen
deseando probar el sexo pero con miedo a llegar demasiado pronto. Te imagino
como un cúmulo de galaxias empaquetadas en una mente simple y mediocre, ligada
por miles de suposiciones confusas. Te imagino y nunca llego a comprobar si es
cierto. Confírmame tus verdades y yo te hablaré de volar.
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