Una chica en el
metro esclavizada por la pantalla de su nuevo samsung luce una camiseta con un "I'm free" en mayúsculas, y en inglés. ¿Por qué en inglés? ¿Por qué esta
mentira? Lo único que lleva de "free"
aquí es la frialdad de las palabras escritas en vez de las susurradas. Y lleva
el pelo teñido, de tres colores diferentes, que ya se mezclan en una homogeneidad muy rara. Los
ojos pintados. Los labios rojizos. El alma escondida. La mente cerrada. La
reina del drama. Una adolescente, de esas réplicas que hay tantas. Con un
libro en la mano, que tal vez no ha leído. Con lo mismo siempre en mente y las
hormonas siempre en sangre. Con los complejos de revista y las canciones de la
radio. Con esa creatividad ya tan vulgar. Y al pensar que creía que cada uno es
diferente, me di cuenta que todos somos horriblemente iguales. Y que esa
adolescente en el metro es el reflejo de mi culo sentado en ese vagón. Es el
reflejo de todo lo que rehúyo, y por tanto, de todo lo que soy.
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