Alguien dijo una
vez que tristes son los días
Si pasan sin más
por las vías de la vida,
Alguien dijo una
vez que Dios ha muerto
Y que los
asesinos ensangrentados de su propia sangre
Somos los hombres
que pecando y
rezando nos olvidamos de creer,
Aunque hace falta
añadir, que eso fue en defensa propia.
Matamos a Dios y
aun así nos quedan todavía unas pizcas de esperanza
Embotellada con
el icono de comercio justo
De producción ecológicamente
espontanea.
Que pícaro el
diablo, de tan viejo ya no sabe cómo comer, pecar, dormir, follar, fumar ni
pensar. Puede que por eso lo hagamos nosotros ahora. Tomamos el relevo.
Porque si el
alumno supera al maestro, los hombres ya hemos vuelto de esto un infierno
terrenal, las temperaturas elevadas de una noche de San Juan eterna, donde las
casas se quitan y se queman, el dinero se esconde bajo los colchones donde por
siglos irá perdiendo valor. Los besos ya no se lanzan, ahora se mastican. Y los
gritos de los árboles agonizando, que se ahogan con tanto dióxido de carbono,
se camuflan entre los orgasmos de aquellos que pierden su juicio por un polvo. Claro
que siempre quedan críticos como yo, que en un acto heroico y estúpido hacen un
poema sin rima para ver si alguien mueve un dedo por este desastre.
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