lunes, 16 de septiembre de 2013

El poeta siempre fue músico

El abecedario cae hasta formar una espiral de blanco y negro, lo que antes eran simples letras se vuelven pesadas teclas de un piano inmenso. La melodía que sube y baja como las alas de una mariposa se frena al instante de un punto, al final de la frase. Y vuelve a empezar con suavidad cuando el poema arranca de tu interior esa marea de aire tibio, que sueltas en un suspiro cuando el ritmo te vuelve a golpear los ojos, ahora oídos. Oídos necios a palabras sordas, porqué ahora todo es música. Ahora, el poeta se vuelve una ebria estrella de rock mientras sin aplausos ni focos exuberantes consigue llegar a ese punto. Llegar al límite entre palabras y notas. Porque si te fijas, ambas se parecen bastante.

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