lunes, 30 de septiembre de 2013

Gestas de una chica cualquiera


El aula huele a día de invierno, a estufa caliente y ventanas empañadas. Y mientras el profesor recita las gestas heroicas de un hombre cualquiera de la Grecia clásica yo dibujo un círculo con el dedo y miro a través del cristal que, frío, me deja divisar un paisaje blanco. El sol salió hace ya dos horas pero todavía no se ha apropiado del día, tanta niebla lo hace todo oscuro. Algunos copos bajan por el cielo como si no quisieran llegar nunca al suelo. Una mujer pasa por la calle y la nieve se le queda en el pelo como perlas de decoración. Miro arriba y un pájaro negro se me queda mirando, desafiándome con esos ojos redondos y pequeños. Y empieza a batir las alas, como burlándose de que yo no puedo echar a volar y huir del frío. Garabateo en mi folio palabras salteadas que forman un caótico poema sin sentido. Arranco ese trozo de papel, y lo guardo a salvo dentro de mi bolsillo. Y las horas pasan, historia se cambia por inglés y después biología. Y termina la mañana y al salir por la puerta dejo volar mi papel, para que la nieve lo moje y lo emborrone, pero aún así el aire lo lea y lo lleve a los oídos de ese amor de verano que me está durando tanto. 

Pensé en escribirte un poema,
como en los versos de Neruda,
donde la luz de la luna, tibia
bajo tu piel
se reflejará por el andén de mi cintura.

Pensé en plasmar en papel,
el aire que respiramos juntos,
en ver las estrellas una noche
de tormenta,
y volar una cometa
sin viento.
Dejar los segundos pasar
con el reloj parado.

Pensé en conseguir,
que fueras literatura,
y yo una simple pluma,
que trazara este camino.

Aún así debo reconocer,
que debes de estar haciéndolo muy bien,
al dejarme aquí,
pensando en escribir
un poema sin sentido ni fin. "

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