jueves, 5 de septiembre de 2013

Un mundo sin oscuro


-Déjame. Vete de una vez y vuela, hacia donde no te vea más. - dice con esos ojos que podrían asesinar solos.- ¿No puedes entender que quiera estar sola? Se llama privacidad. Tienes que entender que no puedo tenerte siempre a mi lado.
Entonces en un suspiro deja los pulmones secos y se quita el pelo de los ojos. Siempre le cae el pelo sobre la cara, o se quiere entrometer entre besos, a veces también entre los espagueti. Empieza a caminar, en sentido contrario. Esta empezando a oscurecer y la ciudad está en ese momento en el que las farolas no alumbran pero el sol tampoco. Un empate entre luz artificial y natural que termina en los colores rojizos del cielo. La gente está volviendo a su casa, un borracho simplemente intenta encontrarla. Recorre todo el bulevar esperando no ver nada al girarse. Pero cuando lo hace se da cuenta que sí hay algo y vuelve a gritar:
- Lo digo enserio. Esto no es una pelea de pareja, no habrá reconciliación. Mañana no te vas a despertar conmigo cuando salga el sol. Desaparece. Esfúmate.
Los últimos rayos de sol cruzan el horizonte por un segundo y después ya no queda nada, solo oscuridad. Las farolas ya no alumbran porque en la pequeña calle de su casa no hay ninguna. Y entonces ella respira, contenta de estar al fin sola. Sube las escaleras, saca la llave y abre la puerta. Tira las llaves por el sofá, y sin ni siquiera abrir la luz se quita la ropa y se mete bajo el edredón. 
Durante toda la noche sueña, sueña en un mundo sin sol. Dónde las cosas se sienten, pero no se pueden ver. Y da vueltas y vueltas a su cama, dentro de esa pesadilla tan real.
A la mañana siguiente le despierta  el ruido incesante del despertador, ametrallando su oído. Lo hace callar de un golpe y se levanta. Va hacia la cafetera y al pasar por delante de la ventana se para, con asombro en su rostro. Como si le hubieran robado una parte de ella misma. Y por una vez, se arrepiente de que le haya hecho caso, al ver que detrás de sus pies no hay ninguna sombra. Como si la luz la travesara. Le recuerda su pesadilla, pero al revés. Como si este fuera un mundo sin oscuro. Y se da cuenta, que le falta algo. Le falta su oscuridad porqué sino su luz no vale la pena.

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