viernes, 12 de julio de 2013

Dulce locura

Ella siempre pensó que estaba loca, des del día en el que se dio cuenta que el suelo era frío, bajo, demasiado seguro para ella, y decidió empezar a caminar de pié. A ella nunca la gustaron las muñecas, en la escuela se sentaba sola a mirar a los otros niños reír y vivir, ella se sentía viva, pero de un modo distinto.
Yo creo que siempre vio la casa des de la carretera, ¿que por qué no entró? Nunca lo he descubierto, puede que porqué tuviera miedo a tener que decidir entre la puerta principal y la puerta trasera, una elección demasiado difícil. Así que se quedó allí, para siempre, observando gente entrando y saliendo de las casas de los vecinos, viendo amos de llaves cerrar sus puertas para siempre, y decididas jóvenes abriendo hasta la última ventana, hasta la última oportunidad.
Ahora que lo pienso, puede que no entrara en ninguna casa porqué su lugar era ese, la calle, donde no hay puertas ni ventanas, es tan fácil entrar que a veces nadie se queda para más de un rato.
¿Por dónde iba? Ah, sí, siempre lo pensó, que estaba loca, de remate. Majareta. Con la cabeza en las nubes y los pies en el sol. Chalada. Ida.
Aunque no lo consideraba malo, siempre dijo que sin locura no se puede entender nada, sin locura no hay personas. Un día me explicó que hay gente demasiado precavida, que ellos no escuchan la vida, solo la oyen pasar, en un rumor lejano.
Así que ella quiso vivir con el volumen a tope. En sus tímpanos resonaban todas las locuras que hizo. Y uno no puede imaginar el numeroso montón de magulladuras que quedaron en su alma. Su cuerpo era fuerte, lleno de vitalidad, ¿sus opiniones? nadie las derribaba… pero su alma, Dios… su alma era frágil como una pequeña mariposa, por eso un día no pudo aguantar más, y se marchó.
Te preguntaras cómo una persona puede seguir en vida sin su alma. Pues bien, yo también me lo pregunto, y puedo asegurarte que no vas a encontrar una respuesta.
A partir de ese día sus tormentas aumentaban, podías verla gritar en silencio cuando, entre forzadas sonrisas, te decía "todo va bien, estoy bien, no te preocupes más y vete ya a vivir tu vida, que para algo es tuya y no mía". Se encerró en esa casa que nunca tuvo, y se fue quemando poco a poco toda su vitalidad.
Ella siempre pensó que estaba loca, desdes del día en el que se dio cuenta que el suelo era frío, bajo, demasiado seguro para ella, y decidió empezar a caminar de pié; hasta el día que su corazón se paró, triste porqué su alma no volvía.

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