In your arms baby, I don't feel no spring in winter but I guess I can do without galoshes. In your arms baby, I don't hear no angels sing but maybe I forgot to turn on the phonograph. DIANE DI PRIMA
miércoles, 28 de agosto de 2013
Frasco de soledad
La voz rasgada de la soledad me susurra esta verdad. Que siempre estamos solos menos cuando alguien piensa en nosotros. Nacemos solos y morimos igual. Me llena de escalofríos al pensar que todo se va a perder conmigo. La sensación del aire intentando llevarse mi cuerpo, los rayos de sol que adormecen mi piel al darle calor. El olor de lluvia, aún cuando no ha llovido. Las nubes de color rosa, el cielo en llamas al apagarse el día. El olvido de la noche y el tacto de un beso. Nadie sentirá nunca mi respiración como la siento yo. Se quedaran conmigo las ideas que nunca revelé y puede que sirvieran. Todas las observaciones, y todos los pensamientos típicos o vulgares. Y nada de heroicidad quedará cuando mi huella se borre. Me desespera la idea de que cada día en el mundo se pierdan tantas sensaciones, recuerdos e ideas. Cada uno de nosotros es un pequeño frasco de especialidades. Y cuando se rompe, el aire se lo lleva todo.
jueves, 22 de agosto de 2013
Cuéntame un cuento
Había una vez un cuento que empezaba como todos los otros. Un cuento en un país lejano, a millones de miles de millas sobre el mar. Este cuento nadie sabe que existió. Este cuento nadie lo cuenta para dormir. Este cuento estaba perdido, porque no sabía como seguir. No encontraba ninguna princesa en apuros, y los príncipes azules le desteñían. No había monstruos bajo las camas, sino que se paseaban a plena luz del sol por el castillo que se había derrumbado. Este cuento no tenía una batalla vencedora para contar.Siguió buscando, por reinos más cercanos y por castillos que todavía seguían en pié. No encontró nada. Y el cuento acabó sin acabar. Sin final feliz. Sin aventuras. Aunque un día se fijó y se dio cuenta que él mismo era su propio protagonista.
miércoles, 21 de agosto de 2013
No eches a correr
Las palabras
apuñalan, los rumores nos atemorizan hasta el punto de perder todo lo que
buscamos. La gente habla, susurros afilados que dejan un charco de humillación.
Nosotros solo nos quedamos quietos, esperando el golpe. O nos echamos a correr,
hacia atrás. No nos dejan avanzar. No nos dejan respirar. Pero fíjate bien, que
solo son palabras, solo son historias que algún día habrán desaparecido. Al fin
y al cabo lo único que nos queda al recordar, es la sensación. Y tú eliges, si
quieres rememorar el miedo y la melancolía o prefieres recordar las sonrisas
que estás a un paso de dejar escapar.
La vida no espera
Y es en ese
momento, tirada en el césped mirando hacia el cielo, cuando dentro de esa nada
oscura lo ves todo. Hace frío pero a ti te da igual. Temblar solo te recuerda
que estás viva, y estás allí. No es que antes estuvieras ciega. Solo que ahora
todo está donde debe estar. Notas la sangre corriendo por tus venas y volviendo
al corazón para ser catapultada hacia todas partes. Lo notas en la punta de tus
dedos. Ese cosquilleo que te dice que estás vivo. Que no todo es un sueño.
Aunque notas algo roto, por dentro, te sientes nueva. Porque sabes que cada vez
que algo se rompe puedes aprender a ordenarlo de una nueva forma. Dejas de oír
el ruido de la radio, y la luz del porche se va lejos. Para cuando te das
cuenta ya estás allí, en tu mundo, respirando tu propia vida. Y es que eso es
lo importante. Sentir que si das un paso el impulso crece. Todo se mueve más
rápido y no quieres perder nunca más el tiempo. La vida no espera, ni aunque le
grites a pleno pulmón o llores su nombre. La vida pasa y tú eliges vivirla o
solo mirarla.
lunes, 19 de agosto de 2013
Tocar fondo
No sabes que estás en caída libre hasta que tocas fondo. Y te das contra el
suelo con esa fuerza inocente de pensar que todo iba bien. Te gustaba el aire.
Te gustaba volar. Aunque ahora empiezas a ver más clara toda esta oscuridad.
Toda esta mentira.
En el fondo lo sabías. Una voz muda te advertía de que nada es lo que parece, sobre todo cuando parece tan bonito. Tu solo te fuiste bajo la lluvia para callarla. Y ahora tocas fondo. Suelo. Inocencia a kilómetros por hora estampada contra el asfalto. Estupidez en un charco.
Pero sabes, lo bueno de tocar fondo es que ya no hay nada más por debajo. Solo hace falta tener claro que no sabes por dónde subir hasta que no miras arriba.
En el fondo lo sabías. Una voz muda te advertía de que nada es lo que parece, sobre todo cuando parece tan bonito. Tu solo te fuiste bajo la lluvia para callarla. Y ahora tocas fondo. Suelo. Inocencia a kilómetros por hora estampada contra el asfalto. Estupidez en un charco.
Pero sabes, lo bueno de tocar fondo es que ya no hay nada más por debajo. Solo hace falta tener claro que no sabes por dónde subir hasta que no miras arriba.
Trayectorias
Una mano consigue
quitar de en medio las hojas que le tapan el paisaje. Y ahora lo puedes ver
todo en conjunto en vez de a trozos. Nada volverá ya a girar, pero así no te
vas a marear más. No hay que empezar de cero, tú eres tu historia. No hace
falta volverla a empezar. Puede seguir aquí, así, siendo tú, con tu pasado, tus
errores y tus recuerdos. Eres eso. Y cada vez que sientes ese daño, cada vez
que te rompes, solo estas aprendiendo un poco más a ser tu mismo. No hay
páginas para pasar. Nadie es tanto como para ser una página. Como para hacerte
cambiar. Solo somos trayectorias que se cruzan. Solo somos luces que a veces se
confunden.
jueves, 15 de agosto de 2013
Sin aire, sin agua.
¿Es lo mismo ver el mar des de arriba o
des de abajo? Todo son destellos azulados. Luz de luna fracturada en mil
pequeños focos. En movimiento. Y espuma blanca al llegar a la roca. Si lo ves
des de arriba el mundo te ahoga, si es des de abajo es el agua. Si sumerges la
mano en el agua sientes frío. Si la sacas a la superficie también. Pero es
diferente. ¿No? Porque son dos puntos de referencia diferentes. Dos vistas al
mar. Dos miradores sin besos. Dos mundos, como el tuyo y el mío. Tan diferentes
pero tan iguales.
¿Por qué suspiras hoy?
El aire entra, máxima velocidad por mi tráquea. Esta frío y siento frío
interior. Mis pulmones se llenan, puede que solo aire, puede que de humo, puede
que de olor a asfalto de ciudad. Y mis costillas se abren, a la vez, como
bailarinas de natación sincronizada sacando las piernas del agua. Y mi corazón
tiene espacio por una fracción de segundo. Y me quedo así, quieta, mirando
allí, a la nada de siempre. Hasta que el aire se me escapa, por la boca, y deja
un rastro de vapor en el aire. Y se deshinchan los pulmones como si algo los
hubiera arañado. Y me comprimo en mi misma. Y me giro y te miro. Y me haces esa
pregunta que siempre haces, mientras me quitas el pelo de delante los ojos.
- ¿Por qué suspiras
hoy?
- Por ti.
martes, 13 de agosto de 2013
Ver y no mirar
Una cortina se
mueve por el viento, en la casa de enfrente. Y la vecina corta el césped
mientras su hija se escapa por la puerta de atrás, con un chico de esos que a
las madres no les gustan. El perro de dos casas más allá no para de moverse y
ladrar que tiene ganas de salir. Nadie le escucha. Y una chica va a correr y a
sudar el helado que se comió antes en el jardín. Cuando pasa por delante de la
casa del chico que limpia el coche comparten esa mirada de cada día, y me
pregunto porqué no se han dicho nada todavía. Me pregunto si aquí se quedará
todo, en una mirada. Entonces pasa el jovencito del monopatín y choca con ella,
y se levantan, le pide perdón con los ojos en el suelo y al levantarlos la
chica sonríe. Y el que antes lavaba el coche se lo mira, celoso de no haber
chocado él antes. Pasa un taxi y deja a una mujer delante de su casa, vestida
con el mismo vestido que llevaba ayer y con los tacones en la mano y el pelo
revuelto. Y hay una chica en la ventana, que lo observa todo y después lo
escribe, escribe lo que nadie sabe si en vez de mirar solo ve.
Olor a lluvia
La lluvia
corretea a mi lado, como si hoy las nubes quisieran llorar para siempre. El
aire lo sopla todo lejos, y así me deja aquí, a mí, sin nada más que yo. Huele
a lluvia. Nunca he podido describir como huele la lluvia. Pero estoy segura que
se puede calificar perfume. Huele a nuevo. A limpio. A empezar de cero. Tal vez
es eso, que las nubes quieren limpiarme de todo lo que me recuerda a él. El sol
me da un descanso, me deja sin calor, porque eso sí que lleva nostalgia y
recuerdos. Y ando, bajo la lluvia. Es muy fina así que no duele. Y esta fría. Y
me resbala por los brazos hasta caer al suelo en un charco que rodea mis pies. Nunca
me han gustado los paraguas. No entiendo el porqué protegerse del agua, si es
lo que nos mantiene con vida. Y miro arriba y las gotas se meten en mis ojos y
lo veo todo borroso. Y aunque no me doy cuenta, la gota que se desliza después
por mi mejilla ya no está fría, ahora es salada.
Cristales y nada
Todo lo que éramos ahora ya no es nada. Y me siento
como si hubiéramos saltado de esta ventana y estuviéramos cayendo, entre
mentiras y al final verdades. Se clavan como los cristales que caen con nosotros.
No puedo contener ya ni el aire, me salen los gritos y los golpes que nunca
recibiste. Siempre me lo guardé para mí. Pero ahora me doy cuenta, me doy cuenta que nunca se ha tratado
de nosotros, sino de ti. Yo no formaba parte de nada, yo no decidía nada. Es mi
vida y ya no puedo más teniéndote en ella. Desaparecías y al volver esperabas
que siguiera todo igual. No es justo. No eres justo. Y por eso ahora caemos,
caemos y yo quiero tocar el suelo para levantarme y echarme a correr. Lejos de
todo esto. Lejos de ti. No quiero romperme más. No puedo.
Tal vez ya es hora de ser libre
Todo lo veo de
todas formas. Todavía no he respirado este aire. No tengo claro si quiero que
me dejes ir o te tengo que dejar ir yo. Porqué todavía te siento pero cada vez
más imperceptible. Puede que ni siquiera te necesitara, puede que me
convenciera a mi misma que había algo cuando no sentía nada. Puede que hiciera
eso para no tener que encontrar nada real. Porqué al tenerte lejos sabía que no
me dolería más que eso. No quería arriesgarme a encontrar alguien de verdad. A
querer de verdad. Puede que me hayas hecho un favor. Tal vez es hora ya de ser
libre. Tal vez es hora de dejar de ser cobarde.
Problemas en una oración
Mi teoría es que
solo existe y sabes el problema cuando te cabe en una simple oración. Piénsalo,
así al menos reflexionas antes de dar por hecho que hay un problema. Porque a
veces queremos arreglar algo cuando no sabemos qué está mal. A veces no hay
nada malo y solo queremos acabarlo. Si no puedes meterlo dentro de una frase,
todavía no has pensado lo suficiente. Es como pasarlo por un colador. Para que
todo el resto se quede fuera y te quedes con lo principal. Porque dime ¿puedes
dar una respuesta sin saber la pregunta? Sería como dar las gracias sin haber
hecho nada. Y ahora formúlalo de otro modo: ¿Puedes buscar una solución si no
sabes el problema?
Demasiado
Me siento como cuando mezclas los colores de la plastilina y queda una masa de color oscuro. Ni azul ni negro ni marrón. Solo oscuro.
Me siento como si hubieran cogido mi mundo con las dos manos y lo hubieran removido. Mi mundo en un batido. Y ahora no encuentro donde estaba todo.
Me siento perdida en medio de mi casa. Perdida entre las carcajadas que no siento. Perdida en un lugar que me conozco demasiado.
Me siento como si él me hubiera empujado hacía un rincón y hubiera gritado todo el silencio que me dedica. Como si me hubiera mirado con esos ojos de desprecio mil veces más de las que lo ha hecho.
Me siento estúpida por creer las palabras que salieron de su boca entre vahos de alcohol.
Me siento una niña, inmadura, sin experiencia, que no conoce el mundo que la rodea y se deja engañar.
Me siento sin ganas de moverme por nada cuando no me doy cuenta que puedo tenerlo todo, todo lo que necesito. Puedo tener a mi gente, puedo tener mis palabras y puedo tenerme a mí misma.
Me siento como si tuviera que cerrar esto pero la puerta pesara demasiado para moverla sola.
Al final me doy cuenta que el problema es que siento demasiadas cosas.
Me siento como si hubieran cogido mi mundo con las dos manos y lo hubieran removido. Mi mundo en un batido. Y ahora no encuentro donde estaba todo.
Me siento perdida en medio de mi casa. Perdida entre las carcajadas que no siento. Perdida en un lugar que me conozco demasiado.
Me siento como si él me hubiera empujado hacía un rincón y hubiera gritado todo el silencio que me dedica. Como si me hubiera mirado con esos ojos de desprecio mil veces más de las que lo ha hecho.
Me siento estúpida por creer las palabras que salieron de su boca entre vahos de alcohol.
Me siento una niña, inmadura, sin experiencia, que no conoce el mundo que la rodea y se deja engañar.
Me siento sin ganas de moverme por nada cuando no me doy cuenta que puedo tenerlo todo, todo lo que necesito. Puedo tener a mi gente, puedo tener mis palabras y puedo tenerme a mí misma.
Me siento como si tuviera que cerrar esto pero la puerta pesara demasiado para moverla sola.
Al final me doy cuenta que el problema es que siento demasiadas cosas.
miércoles, 7 de agosto de 2013
Las mentiras no sirven
No pulses la pausa.
Al ritmo me bailan los pensamientos. No lo pares, deja fluir todo esto. No
intentes atascar los sentimientos que sé que por ahí están, dentro de tu
cabeza, en el rincón más oscuro. No me mientas, no te miento. Deja que toda la
verdad sea realmente verdad, acéptalo, y así se podrá acabar. Es fácil. Cuando
evitas algo es cuando más te topas con ello. Dilo, di que estamos aquí, tu y
yo, y que hay gravedad, que no todo fue en vano. Que las palabras no eran
mentira. Que todo va a seguir igual pero al menos vamos a tener claro como van
las cosas. No pido un comienzo, ni un final, pido un simple " vale, hay un
nosotros". Pido que no haya mentiras, me da igual si dejas aquí el dolor.
Porqué en el fondo me gusta, porque el dolor lo puedo usar en mis palabras. Las
mentiras nunca han servido para nada.
Lluvia en Nueva York
Hoy llueve en Manhattan, el agua ahoga la calle y resbala por los paraguas
que bailan al son del horario occidental. Las luces se asoman por la ciudad,
como si la oscuridad de los callejones sin salida les asustara. La melodía de
una vieja canción se oye en una vieja taberna, donde viejos y nuevos comparten
una nueva copa, igual de sabor a madera y alcohol fermentado. Entre cartones
algunos se cantan las buenas noches. Y salen las brujas, en cuero y pintalabios
rojo, a hechizar príncipes que nunca fueron azules. Una mujer mira por la
ventana y todo lo que puede ver son metales y óxido. Esa es su ciudad. Y es irónicamente
gracioso que es la misma ciudad, cuna de moda y batidos sin azúcar, la misma
ciudad donde Prada y Dior confirman el mito. Que en Manhattan hay de todo.
Pobres, ricos, mil colores. Y aún que unos piden en vaso de papel lo que otros
se gastan en vaso de cristal, aquí siempre llueve para todos.
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