miércoles, 7 de agosto de 2013

Lluvia en Nueva York


Hoy llueve en Manhattan, el agua ahoga la calle y resbala por los paraguas que bailan al son del horario occidental. Las luces se asoman por la ciudad, como si la oscuridad de los callejones sin salida les asustara. La melodía de una vieja canción se oye en una vieja taberna, donde viejos y nuevos comparten una nueva copa, igual de sabor a madera y alcohol fermentado. Entre cartones algunos se cantan las buenas noches. Y salen las brujas, en cuero y pintalabios rojo, a hechizar príncipes que nunca fueron azules. Una mujer mira por la ventana y todo lo que puede ver son metales y óxido. Esa es su ciudad. Y es irónicamente gracioso que es la misma ciudad, cuna de moda y batidos sin azúcar, la misma ciudad donde Prada y Dior confirman el mito. Que en Manhattan hay de todo. Pobres, ricos, mil colores. Y aún que unos piden en vaso de papel lo que otros se gastan en vaso de cristal, aquí siempre llueve para todos.

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