Y es en ese
momento, tirada en el césped mirando hacia el cielo, cuando dentro de esa nada
oscura lo ves todo. Hace frío pero a ti te da igual. Temblar solo te recuerda
que estás viva, y estás allí. No es que antes estuvieras ciega. Solo que ahora
todo está donde debe estar. Notas la sangre corriendo por tus venas y volviendo
al corazón para ser catapultada hacia todas partes. Lo notas en la punta de tus
dedos. Ese cosquilleo que te dice que estás vivo. Que no todo es un sueño.
Aunque notas algo roto, por dentro, te sientes nueva. Porque sabes que cada vez
que algo se rompe puedes aprender a ordenarlo de una nueva forma. Dejas de oír
el ruido de la radio, y la luz del porche se va lejos. Para cuando te das
cuenta ya estás allí, en tu mundo, respirando tu propia vida. Y es que eso es
lo importante. Sentir que si das un paso el impulso crece. Todo se mueve más
rápido y no quieres perder nunca más el tiempo. La vida no espera, ni aunque le
grites a pleno pulmón o llores su nombre. La vida pasa y tú eliges vivirla o
solo mirarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario