miércoles, 11 de diciembre de 2013

El mundo en tus manos


La emisora de radio borboteaba las últimas noticias bajo el parabrisas, que iba de un lado para otro sin coger ninguna gota. Que era Diciembre, y el tiempo se distrajo al Octubre, cuando, entre playas abarrotadas, el otoño saludaba efusivamente a unos meses que le pasaban de largo. Y después pensó: “¿Ah sí? Pues ahora el frío os va a venir de golpe”. Y así fue, de una noche para otra las plantas ya aparecían congeladas, los coches ciegos de cristales empañados y las calles resbaladizas de unos pocos transeúntes helados. La emisora paró, junto con el motor del coche, al llegar a su destino. Quitó las llaves y dio un último suspiro antes de salir. No había mucho hielo en el lago, esa noche. Y él ya la esperaba. Con una bufanda gris y colonia de lavanda. No, espera, no es una historia de amor, ni de corazones rotos. Él la esperaba con esa bolsita en la mano, los gramos de cada semana. Se dirigieron un seco saludo. Fueron al grano  y poco después ya volvía a estar dentro del coche.
Ella había tenido el universo entre sus manos, ella tenía el universo entre sus manos, pero se lo guardó en el bolsillo porque le molestaba. Y abrió la bolsita.

¿Sabes?


¿Sabes?
Te escribiría una canción
Si supiera componer.
Y tocaría la guitarra,
Rasgaría las cuerdas,
Si supiera.

Te bailaría un tango,
En horizontal,
Si supiera los pasos
Y tiraría la rosa
Para no pincharnos
Sobre el colchón.

Te compraría una casa
Si tuviera suficientes
Ladrillos
Para ello.

Y , ¿sabes?
Sólo me queda un poema,
Para escribirte
Todo lo que haría
Mejor que eso.

Si te cortas el pelo


A veces, entre su pelo
Olía las rosas del jardín
Y el té por la mañana.
A veces, me escondía
Entre su cuello,
Y esos rizos dorados
Me mantenían callado.
A veces, se le erizaban
Hasta las puntas
De los remolinos
Que se deslizaban (por su espalda)
Al tocar el cielo.
A veces, se giraba de golpe
Y limpiaba toda la habitación
De cosas que no brillaran tanto
Como su pelo.
Y a veces también,
Se peleaba con él,
Por ponerse en medio
Y lo confinaba a las alturas
De un moño deshecho.
Y siempre le dije
Que me gustaban sus ojos
Aunque nunca comenté
Que la encontraba más guapa
Cuando el pelo se le metía en ellos.
A veces, la quise,
Y ahora,  que lleva el pelo corto
ahora todavía la quiero.

Aguas turbias


Nos pasamos la vida
Buscando el oro,
Dentro del río
Bajo las piedras.
Nos pasamos los días
Esperando un golpe de suerte,
Siguiendo la corriente.
A veces entre tus ojos,
Pude ver un destello
Que me pareció dorado,
O plata,
O cualquier cosa que coja todo el sol y te lo devuelva,
En un instante.
Y aún así se volvió a perder.
Y seguí buscando oro,
Como todos los otros.
Hasta que hace poco, me di cuenta
Que el oro solo tenía el valor que le dábamos,
Que el agua ya estaba turbia de tanto remover,
Y que ese río ya no tenía nada de reluciente.

martes, 26 de noviembre de 2013

Héroe silencioso



El lápiz siempre fue el héroe,

Escribiendo sin cesar,

Sabiendo que a cada letra

Perdía un poco más.

Un suicida en potencia

Pidiendo a gritos

Que todos los poemas escritos,

Le devuelvan la mina.

El lápiz siempre acabó

En el fondo del cajón,

Entonces ya poco útil,

Porqué no cabía en los dedos.

El lápiz siempre fue el héroe que,

Aunque silencioso,

Rompía todos los silencios Y leía todas las cartas.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Todavía le duele


Le duele,
Aquí dentro,
Donde le laten las ideas,
Y le marean los problemas.

Le duele cuando piensa
En pensar demasiado
Encerrada tras sus ojos
Ya no tiene espacio.

Le estallará el cráneo
En miles de sensaciones
Que le llenan, vacía,
De tus canciones.

Porqué le duele,
Aquí dentro.
Porqué al recordarte, al escribírte,
Le duele hasta el papel.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

El asfalto de Nueva York


La ciudad respiraba metal
Mientras el movimiento soltaba ruido
Y las ventanas cerradas se rompían
Porque ya no aguantaban contener más vidas.

El asfalto ahogaba los pies,
La calle se remontaba hacía el mar,
Y los árboles, por una vez,
Miraban arriba y no todo era azul.

Con vistas al mar


Un ejército de mil lunas
Tarda en llegar
Para no volver atrás.

Llega un no respirar
Que ya me quita el aire
Vaciando mis letras
Marcando mis metas.

Una cima alta,
Con vistas al mar y servicio de limpieza,
A la cual ahora dudo
Si de verdad quiero llegar.

Porqué cuanto más te gritan, menos oyes.
Y cuanto más te piden, menos tienes.

Hacia la otra cara de la Estrella Polar


¿Sabes adonde llegaremos?
Al final, un poco más allá.
Hacia la otra cara de la Estrella Polar,
La cola de la Osa Mayor.

Llegaremos adonde todas las poesías
Están escritas en cursiva,
Y las canciones nunca pierden el ritmo.

Volaremos hacia Rusia para quejarnos del frio y volver.
Viajaremos al Caribe para ahogarnos sobre el mar,
Y sacar una foto y colgarla
En la pared.

Llegaremos ahí donde nadie
Sabe cómo llegar
Y les dibujaremos un mapa
Con el norte al otro lado.

Entonces, cuando ya hayamos llegado a todos estos lugares,
Abriremos los ojos y nos despertaremos,
Para volver a soñar otra vez.

Hasta Australia


Para cuando entré ya se enjuagaba los ojos
De mareas tempestuosas
Que se llevaban los cangrejos,
Que, aunque ya se sepa,
Caminan de lado
Y nunca avanzan.

Para cuando llegué ya volaba,
Entre la ventana y el suelo
Y seguía hasta más abajo,
Y llegaba hasta Australia.

Le perdí, teniéndolo a mi lado,
Le amé sin amor,
Porque estaba demasiado oscuro
Para oír
Sus latidos.

Y así él buscó un final que ya había terminado.
Había hecho las maletas y,
Después de esperar el tren durante días,
Lo cogió.

Y la curiosidad salvó al gato

Ella era de esa clase de chicas que se recogen el pelo en dos trenzas perfectas después de lavarse los dientes para no despeinarse durante la noche. De la clase de chicas que llevan las uñas perfectas, ni devoradas ni que arañen demasiado. Era amable, tímida, callada y educada. Era pequeña y parecía frágil. Nunca había sentido su corazón latir con prisa en otras ocasiones que no fueran una buena novela o una gran película. Una vez aspiró una calada de cigarrillo. Y se sintió fatal por eso, después de toser todo el humo que sus pulmones rechazaban. En fin, ella era de esa clase de chicas que prefieren un corazón virgen a un corazón roto. Hasta que un día se soltó el pelo en una melena larga y quiso saltar, para ver si en realidad esa caída le haría volar. La curiosidad, supongo, aparte de matar gatos también revive a otros.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Aire ahogado




Hay un aire que se me queda en la tráquea,


Cuando luchas contra mi pelo


Por ocupar mi rostro.


Un aire que no quiere salir,


Y me oprime el pecho.


Mi estomago huye


De tantas mariposas


Que le muerden hasta perder el hambre.


Y solo me queda un vacío de esto


De aire comprimido


Que sale en suspiro entre tus dientes.

domingo, 27 de octubre de 2013

El rumor de un silencio



Se habló ese día de un rumor,

lejano, del norte,

que una chica mató a un chico

con un gélido silencio.



No fue asesinato,

fue homicidio,

ella sólo se defendía

de una pregunta

que nadie iba a contestar.

Y esa respuesta,

en vano,

le mató.



¿Que cuál era la pregunta?

Juntaba todo el aire

que había respirado

mientras los segundos se comían el reloj.

Cuestionaba palabras sueltas

aunque sin sentido,

con demasiado significado.



Se lo dio todo

en una espera de algo,

y se quedó sin nada.



Y al encontrarse ella con eso en sus manos

decidió romperlo

para ver qué pasaba

cuando se rompe un corazón.



Una brecha siguió por el suelo

hasta sus pies,

se deshizo el oxígeno

porqué ya no respiraba.



Se escapó todo el rencor

que había allí dentro,

en tinta oscura

que todavía lleva en el camisón.



Y la chica, sorprendida,

lo dejó caer,

porqué noto un pinchazo

cerca de su pulmón izquierdo.

Acercó su mano a su pecho

y notó que

ya no latía

nada.




Aunque los rumores,

ya lo sabes,

tan sólo son eso.

lunes, 21 de octubre de 2013

Las preguntas mudas

A veces, salgo de casa
y miro al cielo.
Y pienso
¿dónde estás?, ¿como estás?
Me pregunto si acabaste esa canción,
si se la dedicaste a algún otro amor.
Me pregunto si volviste a dejar tus pulmones
al humo de los cigarrillos,
o si ahora cuando sales fuera de la tienda,
en invierno,
el único vapor que sale de tu boca es de agua.
Me pregunto si todavía tienes esa peca en la mano derecha.
Si todavía ahogas a las chicas cuando las miras.
Si te dejas el alma en tocar magia,
con tus cuerdas.
Si tu guitarra aún es roja.
Si tu hermana ya es esposa.
Imagino una casa,
nueva,
con paredes amarillentas.
Un patio y un telescopio. Pequeño.
Para ver las estrellas de cerca.
Para no perder el norte,
para no perder la cabeza.

Y me pregunto, cuando miro al cielo,
si tu también te preguntas de vez en cuando.

sábado, 19 de octubre de 2013

Hacer una montaña de granos de arena



Había una vez una chica que creía que se ahogaba. La corriente se la llevaba. No podía respirar, no podía pensar. Su cuerpo estaba a merced de un gran río azul oscuro que entre piedras y moho se abría paso entre los peces plateados. Intentaba aferrarse a cualquier cosa, y cuando creía que había atrapado una rama entre sus manos se daba cuenta que sólo era agua deslizándose entre sus uñas y su piel. Movía los brazos, para llegar a la superficie y cuando al fin lo conseguía, una ola la embestía hacia el fondo otra vez. Y al final dejó de luchar y se dejó llevar.

Entonces se dio cuenta que solo era un vaso de agua, a medias, en sus manos. Entonces se dio cuenta que ya no tenía sed.

martes, 15 de octubre de 2013

Hoy no hay perdices para cenar


Él dejó el tabaco. Ella empezó a fumarlo.
Él no se afeitó durante semanas, vivió de fideos chinos precocinados que sabían mucho a gato. Ella se compró uno, peludo y gris, con los ojos azules. Los de él se fueron volviendo oscuros y hondos, hasta el momento en que la gente tenía que acercarse mucho para verlos. Acercarse tanto como ella a sus sueños, y después perderlos por el desagüe. Desagüe que se tragaba cada día la cerveza agria que le había sobrado a él, después de quinientos tragos, los últimos se los dejaba a las tuberías. Tuberías que también se quedaron sus preciosos mechones de pelo castaño claro cuando decidió cortárselo, corto, para que ningún otro hombre se volviera loco al verlo deslizarse por sus hombros. Loco como cuando él se giraba y se topaba con esos ojos tan bonitos. Loco como cuando se lanzaban platos a la cabeza. Tan loco como para dedicarle poemas de esos pegajosamente dulces, para poner canciones lentas y intentar bailarlas con sus torpes pies. Y bailaban hasta que el vals se volvía en horizontal. Él no bailó nunca más. Ella se apuntó a clases de jazz y claqué, y ganó un concurso. En solitario. Él jugaba a eso, en el ordenador de la oficina, mientras el navegador no se cargaba.
Él dejó el tabaco, cuando vio que todo se había terminado.
Ella empezó a fumarlo, precisamente por la misma razón.

domingo, 13 de octubre de 2013

La reina del drama


Una chica en el metro esclavizada por la pantalla de su nuevo samsung luce una camiseta con un "I'm free" en mayúsculas, y en inglés. ¿Por qué en inglés? ¿Por qué esta mentira? Lo único que lleva de "free" aquí es la frialdad de las palabras escritas en vez de las susurradas. Y lleva el pelo teñido, de tres colores diferentes, que ya se mezclan en una homogeneidad muy rara. Los ojos pintados. Los labios rojizos. El alma escondida. La mente cerrada. La reina del drama. Una adolescente, de esas réplicas que hay tantas. Con un libro en la mano, que tal vez no ha leído. Con lo mismo siempre en mente y las hormonas siempre en sangre. Con los complejos de revista y las canciones de la radio. Con esa creatividad ya tan vulgar. Y al pensar que creía que cada uno es diferente, me di cuenta que todos somos horriblemente iguales. Y que esa adolescente en el metro es el reflejo de mi culo sentado en ese vagón. Es el reflejo de todo lo que rehúyo, y por tanto, de todo lo que soy.

lunes, 7 de octubre de 2013

El crimen del recuerdo


Un pequeño delito,
en pensar y soñar
con aquello que ya fue perdido.
Un minúsculo error
al ver los ojos verdes
llegar a los míos 
y no girar la vista.
y sí, estaría bien si fuera un principio,
pero esta vez vamos hacia el final.
Dispara la verdad:
que no habrá una vez más.
No olvidaremos la lluvia
en mi pelo
en tus labios.
Pero tal vez sí el sabor de estos.
No olvidaremos nuestras palabras
pero sí los suspiros que dejábamos entre ellas.
Y no olvidaremos nuestro nombre
aunque el aire ya no nos lleve nuestra olor.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Muerte cósmica


Ella creía en los extraterrestres de piel verde. Ella creía en esos universos paralelos donde sus errores no fueron cometidos. Ella creía en que si dabas vueltas a la tierra muy rápido en un cohete el tiempo no pasaba nunca. Creía en los sueños que te llevaban tan lejos que no volvías nunca. Ella creía en todo lo que le parecía increíble.
Y un día mirando al cielo, se preguntó si su luz seguiría brillando para los otros cuando se les acabara el amor. Como esas estrellas que nos llenan el cielo a pesar de llevar años muertas.

Gestas de una chica cualquiera


El aula huele a día de invierno, a estufa caliente y ventanas empañadas. Y mientras el profesor recita las gestas heroicas de un hombre cualquiera de la Grecia clásica yo dibujo un círculo con el dedo y miro a través del cristal que, frío, me deja divisar un paisaje blanco. El sol salió hace ya dos horas pero todavía no se ha apropiado del día, tanta niebla lo hace todo oscuro. Algunos copos bajan por el cielo como si no quisieran llegar nunca al suelo. Una mujer pasa por la calle y la nieve se le queda en el pelo como perlas de decoración. Miro arriba y un pájaro negro se me queda mirando, desafiándome con esos ojos redondos y pequeños. Y empieza a batir las alas, como burlándose de que yo no puedo echar a volar y huir del frío. Garabateo en mi folio palabras salteadas que forman un caótico poema sin sentido. Arranco ese trozo de papel, y lo guardo a salvo dentro de mi bolsillo. Y las horas pasan, historia se cambia por inglés y después biología. Y termina la mañana y al salir por la puerta dejo volar mi papel, para que la nieve lo moje y lo emborrone, pero aún así el aire lo lea y lo lleve a los oídos de ese amor de verano que me está durando tanto. 

Pensé en escribirte un poema,
como en los versos de Neruda,
donde la luz de la luna, tibia
bajo tu piel
se reflejará por el andén de mi cintura.

Pensé en plasmar en papel,
el aire que respiramos juntos,
en ver las estrellas una noche
de tormenta,
y volar una cometa
sin viento.
Dejar los segundos pasar
con el reloj parado.

Pensé en conseguir,
que fueras literatura,
y yo una simple pluma,
que trazara este camino.

Aún así debo reconocer,
que debes de estar haciéndolo muy bien,
al dejarme aquí,
pensando en escribir
un poema sin sentido ni fin. "

sábado, 21 de septiembre de 2013

El verano se acaba mañana


Mira hacia el lago y el sol se refleja en pequeños destellos en movimiento. Entrecierra los ojos y se fija en el ir y venir del agua, oscura. Baja la vista hacia sus pies que,desnudos sobre la roca, están planeando un nuevo movimiento. Los dedos quedan hacia fuera y el equilibrio se mantiene en sus talones. Toma impulso, entonces, y se deja caer. 
El aire la frena, en un último intento de salvarla. Su pelo se enreda en sus ojos y ella solo respira y siente su estómago quedarse allí arriba mientras todo el resto va abajo. Entonces, como en una gran colisión su cuerpo toca el agua. La tormenta antes de la calma. Esa calma que llega después, cuando ya sumergida abre los ojos y lo ve todo azul. Le empiezan a escocer y el agua se le mete en la nariz, pero le da igual. Nota como se le eriza la piel al resbalar el agua fría por todo su cuerpo. Abre los brazos y empieza a nadar, hacia abajo, hacia la derecha, hacia donde sea.  Saca el aire poco a poco, como si fuera el último dióxido de carbono que sus pulmones están dispuestos a expulsar. Y cuando ya no le queda nada, empieza a subir, hasta que la  línea de la superficie se rompe y su rostro vuelve a salir del agua. Entonces, sorprendida por un grito, se gira hacia la roca donde dejó toda su ropa, y sonríe al ver que tiene compañía.

- ¿Qué haces aquí? Si ya hace frío, el verano se acaba mañana!- le dice él, riendo por las locuras que se le ocurren y porqué a lo lejos  se divisan sus curvas, vacías de envoltorio bajo el agua.

- Hoy vi el lago y me di cuenta que no me dí un último baño. No tuve mi último baño del verano. Y como la vez anterior ni me di cuenta que no quedaba verano y no pude disfrutarlo, he decidido que nunca es demasiado tarde. 

- Estás loca, lo sabes ¿verdad?

- Puede, y también estoy segura que tú tampoco te diste cuenta de tu último baño. Así que venga, salta al agua conmigo que lo estás deseando!

Entonces él se quita la ropa y la tira por ahí. Y con una mirada divertida se lanza al agua con ella. Y la besa hasta que el agua les cubre del todo. Y ahora es como si ya no fuera septiembre, ahora ya no hace frío. Aunque ese sea el último baño. Aunque puede que ese sea el último verano que esté a su lado. Aunque el sol se aleje y venga la nieve. Todo eso que les rodea se va, mientras los dos nadan hacia donde sea.

lunes, 16 de septiembre de 2013

El poeta siempre fue músico

El abecedario cae hasta formar una espiral de blanco y negro, lo que antes eran simples letras se vuelven pesadas teclas de un piano inmenso. La melodía que sube y baja como las alas de una mariposa se frena al instante de un punto, al final de la frase. Y vuelve a empezar con suavidad cuando el poema arranca de tu interior esa marea de aire tibio, que sueltas en un suspiro cuando el ritmo te vuelve a golpear los ojos, ahora oídos. Oídos necios a palabras sordas, porqué ahora todo es música. Ahora, el poeta se vuelve una ebria estrella de rock mientras sin aplausos ni focos exuberantes consigue llegar a ese punto. Llegar al límite entre palabras y notas. Porque si te fijas, ambas se parecen bastante.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Un monstruo llamado soledad


El ancla se arrastra por la arena ahogada. De tan vieja y oxidada ya no se engancha ni al suelo. Y la cadena sube, y vuelve a bajar. Hasta que al final, casi como un suspiro inconforme se queda contra una pequeña roca. Un poco más arriba, sobre la superficie de aguas oscuras de contaminación; las manos agrietadas y de color grisáceo de ese viejo pescador anudan una cuerda, con una traza propia de la rutina. El hombre levanta los ojos, también agrietados, tan azules como el mar que suele contemplar, y respira una gran bocanada de aire. Se gira y empieza a caminar, con paso firme y lento, hacia esa barraca de madera. Y entonces un soplo de viento basta, un solo perfume imperceptible, y todo vuelve. Y en su pecho se abre paso un monstruo tantas veces encerrado. Un monstruo de nombre soledad, que le grita los recuerdos de una aventura sin viaje. De unas sábanas blancas. De una juventud perdida. De esa mujer, esa a la que no deja de pensarle. Para guardar en memoria ese nudo que el nunca supo deshacer. Que los ataba, a los dos, y al querer separarse, más los ahogaba y les condenaba a quedarse juntos. Hasta que ella se rompió como una muñeca de trapo, y se fue a buscar más que vieja madera y anclas oxidadas. Y le dejó a él allí, pensándole a cada soplo de viento.

Libres fantasías


Y nos imagino andando por ahí. Al otro lado del mundo ¿sabes? Con tan solo mi lápiz. Y tu música. Suena bien entre mis palabras. Entre árboles nadie nos vería. Quiero poder respirar un aire que tenga un sabor distinto. Y nadar en aguas que nunca han probado mi piel. Beber un vino que no tenga nada de amargo. Quiero ver el sol des de otro angulo. Que las estrellas cambien y dibujen nuevas noches bajo ellas. Guardar nuestro secreto lejos de todo por lo que se esconde. Quiero escapar de un mundo que ya no sirve. Quiero poder romper todas estas cadenas. Quiero ser libre solo por un rato.
Y en el fondo, ya lo soy cuando lo imagino.

martes, 10 de septiembre de 2013

¿Que harías entonces?


Le pregunté si eso me convenía, le pregunté hacia donde tenia que ir.
Y me dijo eso, que es fácil. Que cuando aparece alguien en tu vida, todo lo que hablen, piensen o digan, todo lo que te rodea, el resto, todo eso da igual. Que tienes que pensar como si estuvierais allí, tú y ella. Como si la niebla hubiera cegado al resto. Como si no hubiera vida más allá de ese cielo oscureciendo y ese paisaje virgen de sociedad. Tiene que ser como eso, una conexión virgen de rumores, de prejuicios o segundas opiniones. Y te lo prometo, cuando te sientes un poco más arriba del mundo, cuando sabes que por un momento estás a salvo de todas las idioteces que hiciste, o todos los pasados que te persiguen. Cuando le miras a los ojos y no piensas en todos los otros. Entonces es cuando lo estás planteando bien. Solo hace falta verlo así, como si no hubiera nada más. 
Dime, ¿que harías entonces?

Desconocidos de muy cerca

Caminan, un por cada lado de la calle. Desconocidos que se conocen de muy cerca. Los dos fijan sus ojos hacia delante. No se miran. Pero comparten muchas palabras en silencio. Él gira por un callejón a la derecha. Ella al siguiente. Y detrás de esos arbustos se encuentran. Se encuentran ellos y sus besos. Él, borracho de licor con gusto a madera vieja, juega con las palabras. Y marea las opiniones de ella. Ella, con el equilibrio en la luna, abre sus ojos verdes rodeados de maquillaje negro como el carbón y le mira. No sabe que decir. Así que solo se acerca, poco a poco. Deja sus labios a centímetros de los de él. Pero se queda allí. Como una gran invitación. Aunque no quiere que nadie la acepte. Quiere sentir ese aire, esa magia. ¿Nunca os habéis fijado? La magia del beso a veces está antes del mismo. Cuando una gravedad que la física no estudia se crea entre los dos. Y la tensión se puede cortar. Y respiras el aire que los pulmones del otro ya no quieren.  

jueves, 5 de septiembre de 2013

Un mundo sin oscuro


-Déjame. Vete de una vez y vuela, hacia donde no te vea más. - dice con esos ojos que podrían asesinar solos.- ¿No puedes entender que quiera estar sola? Se llama privacidad. Tienes que entender que no puedo tenerte siempre a mi lado.
Entonces en un suspiro deja los pulmones secos y se quita el pelo de los ojos. Siempre le cae el pelo sobre la cara, o se quiere entrometer entre besos, a veces también entre los espagueti. Empieza a caminar, en sentido contrario. Esta empezando a oscurecer y la ciudad está en ese momento en el que las farolas no alumbran pero el sol tampoco. Un empate entre luz artificial y natural que termina en los colores rojizos del cielo. La gente está volviendo a su casa, un borracho simplemente intenta encontrarla. Recorre todo el bulevar esperando no ver nada al girarse. Pero cuando lo hace se da cuenta que sí hay algo y vuelve a gritar:
- Lo digo enserio. Esto no es una pelea de pareja, no habrá reconciliación. Mañana no te vas a despertar conmigo cuando salga el sol. Desaparece. Esfúmate.
Los últimos rayos de sol cruzan el horizonte por un segundo y después ya no queda nada, solo oscuridad. Las farolas ya no alumbran porque en la pequeña calle de su casa no hay ninguna. Y entonces ella respira, contenta de estar al fin sola. Sube las escaleras, saca la llave y abre la puerta. Tira las llaves por el sofá, y sin ni siquiera abrir la luz se quita la ropa y se mete bajo el edredón. 
Durante toda la noche sueña, sueña en un mundo sin sol. Dónde las cosas se sienten, pero no se pueden ver. Y da vueltas y vueltas a su cama, dentro de esa pesadilla tan real.
A la mañana siguiente le despierta  el ruido incesante del despertador, ametrallando su oído. Lo hace callar de un golpe y se levanta. Va hacia la cafetera y al pasar por delante de la ventana se para, con asombro en su rostro. Como si le hubieran robado una parte de ella misma. Y por una vez, se arrepiente de que le haya hecho caso, al ver que detrás de sus pies no hay ninguna sombra. Como si la luz la travesara. Le recuerda su pesadilla, pero al revés. Como si este fuera un mundo sin oscuro. Y se da cuenta, que le falta algo. Le falta su oscuridad porqué sino su luz no vale la pena.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Estática en movimiento

Se llena mi vida de historias ajenas, como si no fuera yo. Me doy cuenta que la estática actual acaba en mareos. Y doy vueltas, que terminan en un círculo perfecto. Una pregunta sigue a otra y así hasta que vuelve al principio. Como cuando te quedas mirando un objeto mucho rato, o pronuncias muchas veces seguidas la misma palabra, al final el valor que le dabas se transforma completamente y deja ver lo que es en realidad. Un conjunto de cosas inútiles que nosotros hemos disfrazado con un significado y les hemos otorgado una importancia inexistente. Todo pierde valor cuando lo miras a los ojos. Hasta nuestras expectativas, nuestros deseos, se esconde dentro de ellos un significado mayor. Parece que este mundo estuviera hecho de envoltorios y no quedara nada a la vista. Parece que tengas que observar fijamente toda tu vida para darte cuenta de que es lo que realmente quieres.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Frasco de soledad

La voz rasgada de la soledad me susurra esta verdad. Que siempre estamos solos menos cuando alguien piensa en nosotros. Nacemos solos y morimos igual. Me llena de escalofríos al pensar que todo se va a perder conmigo. La sensación del aire intentando llevarse mi cuerpo, los rayos de sol que adormecen mi piel al darle calor. El olor de lluvia, aún cuando no ha llovido. Las nubes de color rosa, el cielo en llamas al apagarse el día. El olvido de la noche y el tacto de un beso. Nadie sentirá nunca mi respiración como la siento yo. Se quedaran conmigo las ideas que nunca revelé y puede que sirvieran. Todas las observaciones, y todos los pensamientos típicos o vulgares. Y nada de heroicidad quedará cuando mi huella se borre. Me desespera la idea de que cada día en el mundo se pierdan tantas sensaciones, recuerdos e ideas. Cada uno de nosotros es un pequeño frasco de especialidades. Y cuando se rompe, el aire se lo lleva todo. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Cuéntame un cuento

Había una vez un cuento que empezaba como todos los otros. Un cuento en un país lejano, a millones de miles de millas sobre el mar. Este cuento nadie sabe que existió. Este cuento nadie lo cuenta para dormir. Este cuento estaba perdido, porque no sabía como seguir. No encontraba ninguna princesa en apuros, y los príncipes azules le desteñían. No había monstruos bajo las camas, sino que se paseaban a plena luz del sol por el castillo que se había derrumbado. Este cuento no tenía una batalla vencedora para contar.Siguió buscando, por reinos más cercanos y por castillos que todavía seguían en pié. No encontró nada. Y el cuento acabó sin acabar. Sin final feliz. Sin aventuras. Aunque un día se fijó y se dio cuenta que él mismo era su propio protagonista.

miércoles, 21 de agosto de 2013

No eches a correr


Las palabras apuñalan, los rumores nos atemorizan hasta el punto de perder todo lo que buscamos. La gente habla, susurros afilados que dejan un charco de humillación. Nosotros solo nos quedamos quietos, esperando el golpe. O nos echamos a correr, hacia atrás. No nos dejan avanzar. No nos dejan respirar. Pero fíjate bien, que solo son palabras, solo son historias que algún día habrán desaparecido. Al fin y al cabo lo único que nos queda al recordar, es la sensación. Y tú eliges, si quieres rememorar el miedo y la melancolía o prefieres recordar las sonrisas que estás a un paso de dejar escapar.

La vida no espera


Y es en ese momento, tirada en el césped mirando hacia el cielo, cuando dentro de esa nada oscura lo ves todo. Hace frío pero a ti te da igual. Temblar solo te recuerda que estás viva, y estás allí. No es que antes estuvieras ciega. Solo que ahora todo está donde debe estar. Notas la sangre corriendo por tus venas y volviendo al corazón para ser catapultada hacia todas partes. Lo notas en la punta de tus dedos. Ese cosquilleo que te dice que estás vivo. Que no todo es un sueño. Aunque notas algo roto, por dentro, te sientes nueva. Porque sabes que cada vez que algo se rompe puedes aprender a ordenarlo de una nueva forma. Dejas de oír el ruido de la radio, y la luz del porche se va lejos. Para cuando te das cuenta ya estás allí, en tu mundo, respirando tu propia vida. Y es que eso es lo importante. Sentir que si das un paso el impulso crece. Todo se mueve más rápido y no quieres perder nunca más el tiempo. La vida no espera, ni aunque le grites a pleno pulmón o llores su nombre. La vida pasa y tú eliges vivirla o solo mirarla.

lunes, 19 de agosto de 2013

Tocar fondo


No sabes que estás en caída libre hasta que tocas fondo. Y te das contra el suelo con esa fuerza inocente de pensar que todo iba bien. Te gustaba el aire. Te gustaba volar. Aunque ahora empiezas a ver más clara toda esta oscuridad. Toda esta mentira.
En el fondo lo sabías. Una voz muda te advertía de que nada es lo que parece, sobre todo cuando parece tan bonito. Tu solo te fuiste bajo la lluvia para callarla. Y ahora tocas fondo. Suelo. Inocencia a kilómetros por hora estampada contra el asfalto. Estupidez en un charco.
Pero sabes, lo bueno de tocar fondo es que ya no hay nada más por debajo. Solo hace falta tener claro que no sabes por dónde subir hasta que no miras arriba.

Trayectorias


Una mano consigue quitar de en medio las hojas que le tapan el paisaje. Y ahora lo puedes ver todo en conjunto en vez de a trozos. Nada volverá ya a girar, pero así no te vas a marear más. No hay que empezar de cero, tú eres tu historia. No hace falta volverla a empezar. Puede seguir aquí, así, siendo tú, con tu pasado, tus errores y tus recuerdos. Eres eso. Y cada vez que sientes ese daño, cada vez que te rompes, solo estas aprendiendo un poco más a ser tu mismo. No hay páginas para pasar. Nadie es tanto como para ser una página. Como para hacerte cambiar. Solo somos trayectorias que se cruzan. Solo somos luces que a veces se confunden.

jueves, 15 de agosto de 2013

Sin aire, sin agua.



¿Es lo mismo ver el mar des de arriba o des de abajo? Todo son destellos azulados. Luz de luna fracturada en mil pequeños focos. En movimiento. Y espuma blanca al llegar a la roca. Si lo ves des de arriba el mundo te ahoga, si es des de abajo es el agua. Si sumerges la mano en el agua sientes frío. Si la sacas a la superficie también. Pero es diferente. ¿No? Porque son dos puntos de referencia diferentes. Dos vistas al mar. Dos miradores sin besos. Dos mundos, como el tuyo y el mío. Tan diferentes pero tan iguales.

¿Por qué suspiras hoy?


El aire entra, máxima velocidad por mi tráquea. Esta frío y siento frío interior. Mis pulmones se llenan, puede que solo aire, puede que de humo, puede que de olor a asfalto de ciudad. Y mis costillas se abren, a la vez, como bailarinas de natación sincronizada sacando las piernas del agua. Y mi corazón tiene espacio por una fracción de segundo. Y me quedo así, quieta, mirando allí, a la nada de siempre. Hasta que el aire se me escapa, por la boca, y deja un rastro de vapor en el aire. Y se deshinchan los pulmones como si algo los hubiera arañado. Y me comprimo en mi misma. Y me giro y te miro. Y me haces esa pregunta que siempre haces, mientras me quitas el pelo de delante los ojos.
- ¿Por qué suspiras hoy?
- Por ti.

martes, 13 de agosto de 2013

Ver y no mirar


Una cortina se mueve por el viento, en la casa de enfrente. Y la vecina corta el césped mientras su hija se escapa por la puerta de atrás, con un chico de esos que a las madres no les gustan. El perro de dos casas más allá no para de moverse y ladrar que tiene ganas de salir. Nadie le escucha. Y una chica va a correr y a sudar el helado que se comió antes en el jardín. Cuando pasa por delante de la casa del chico que limpia el coche comparten esa mirada de cada día, y me pregunto porqué no se han dicho nada todavía. Me pregunto si aquí se quedará todo, en una mirada. Entonces pasa el jovencito del monopatín y choca con ella, y se levantan, le pide perdón con los ojos en el suelo y al levantarlos la chica sonríe. Y el que antes lavaba el coche se lo mira, celoso de no haber chocado él antes. Pasa un taxi y deja a una mujer delante de su casa, vestida con el mismo vestido que llevaba ayer y con los tacones en la mano y el pelo revuelto. Y hay una chica en la ventana, que lo observa todo y después lo escribe, escribe lo que nadie sabe si en vez de mirar solo ve.

Olor a lluvia


La lluvia corretea a mi lado, como si hoy las nubes quisieran llorar para siempre. El aire lo sopla todo lejos, y así me deja aquí, a mí, sin nada más que yo. Huele a lluvia. Nunca he podido describir como huele la lluvia. Pero estoy segura que se puede calificar perfume. Huele a nuevo. A limpio. A empezar de cero. Tal vez es eso, que las nubes quieren limpiarme de todo lo que me recuerda a él. El sol me da un descanso, me deja sin calor, porque eso sí que lleva nostalgia y recuerdos. Y ando, bajo la lluvia. Es muy fina así que no duele. Y esta fría. Y me resbala por los brazos hasta caer al suelo en un charco que rodea mis pies. Nunca me han gustado los paraguas. No entiendo el porqué protegerse del agua, si es lo que nos mantiene con vida. Y miro arriba y las gotas se meten en mis ojos y lo veo todo borroso. Y aunque no me doy cuenta, la gota que se desliza después por mi mejilla ya no está fría, ahora es salada. 

Cristales y nada

Todo lo que éramos ahora ya no es nada. Y me siento como si hubiéramos saltado de esta ventana y estuviéramos cayendo, entre mentiras y al final verdades. Se clavan como los cristales que caen con nosotros. No puedo contener ya ni el aire, me salen los gritos y los golpes que nunca recibiste. Siempre me lo guardé para mí. Pero ahora me doy  cuenta, me doy cuenta que nunca se ha tratado de nosotros, sino de ti. Yo no formaba parte de nada, yo no decidía nada. Es mi vida y ya no puedo más teniéndote en ella. Desaparecías y al volver esperabas que siguiera todo igual. No es justo. No eres justo. Y por eso ahora caemos, caemos y yo quiero tocar el suelo para levantarme y echarme a correr. Lejos de todo esto. Lejos de ti. No quiero romperme más. No puedo.

Tal vez ya es hora de ser libre


Todo lo veo de todas formas. Todavía no he respirado este aire. No tengo claro si quiero que me dejes ir o te tengo que dejar ir yo. Porqué todavía te siento pero cada vez más imperceptible. Puede que ni siquiera te necesitara, puede que me convenciera a mi misma que había algo cuando no sentía nada. Puede que hiciera eso para no tener que encontrar nada real. Porqué al tenerte lejos sabía que no me dolería más que eso. No quería arriesgarme a encontrar alguien de verdad. A querer de verdad. Puede que me hayas hecho un favor. Tal vez es hora ya de ser libre. Tal vez es hora de dejar de ser cobarde.

Problemas en una oración


Mi teoría es que solo existe y sabes el problema cuando te cabe en una simple oración. Piénsalo, así al menos reflexionas antes de dar por hecho que hay un problema. Porque a veces queremos arreglar algo cuando no sabemos qué está mal. A veces no hay nada malo y solo queremos acabarlo. Si no puedes meterlo dentro de una frase, todavía no has pensado lo suficiente. Es como pasarlo por un colador. Para que todo el resto se quede fuera y te quedes con lo principal. Porque dime ¿puedes dar una respuesta sin saber la pregunta? Sería como dar las gracias sin haber hecho nada. Y ahora formúlalo de otro modo: ¿Puedes buscar una solución si no sabes el problema?

Demasiado

Me siento como cuando mezclas los colores de la plastilina y queda una masa de color oscuro. Ni azul ni negro ni marrón. Solo oscuro.
Me siento como si hubieran cogido mi mundo con las dos manos y lo hubieran removido. Mi mundo en un batido. Y ahora no encuentro donde estaba todo.
Me siento perdida en medio de mi casa. Perdida entre las carcajadas que no siento. Perdida en un lugar que me conozco demasiado.
Me siento como si él me hubiera empujado hacía un rincón y hubiera gritado todo el silencio que me dedica. Como si me hubiera mirado con esos ojos de desprecio mil veces más de las que lo ha hecho.
Me siento estúpida por creer las palabras que salieron de su boca entre vahos de alcohol.
Me siento una niña, inmadura, sin experiencia, que no conoce el mundo que la rodea y se deja engañar.
Me siento sin ganas de moverme por nada cuando no me doy cuenta que puedo tenerlo todo, todo lo que necesito. Puedo tener a mi gente, puedo tener mis palabras y puedo tenerme a mí misma.
Me siento como si tuviera que cerrar esto pero la puerta pesara demasiado para moverla sola.
Al final me doy cuenta que el problema es que siento demasiadas cosas.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Las mentiras no sirven


No pulses la pausa. Al ritmo me bailan los pensamientos. No lo pares, deja fluir todo esto. No intentes atascar los sentimientos que sé que por ahí están, dentro de tu cabeza, en el rincón más oscuro. No me mientas, no te miento. Deja que toda la verdad sea realmente verdad, acéptalo, y así se podrá acabar. Es fácil. Cuando evitas algo es cuando más te topas con ello. Dilo, di que estamos aquí, tu y yo, y que hay gravedad, que no todo fue en vano. Que las palabras no eran mentira. Que todo va a seguir igual pero al menos vamos a tener claro como van las cosas. No pido un comienzo, ni un final, pido un simple " vale, hay un nosotros". Pido que no haya mentiras, me da igual si dejas aquí el dolor. Porqué en el fondo me gusta, porque el dolor lo puedo usar en mis palabras. Las mentiras nunca han servido para nada.

Lluvia en Nueva York


Hoy llueve en Manhattan, el agua ahoga la calle y resbala por los paraguas que bailan al son del horario occidental. Las luces se asoman por la ciudad, como si la oscuridad de los callejones sin salida les asustara. La melodía de una vieja canción se oye en una vieja taberna, donde viejos y nuevos comparten una nueva copa, igual de sabor a madera y alcohol fermentado. Entre cartones algunos se cantan las buenas noches. Y salen las brujas, en cuero y pintalabios rojo, a hechizar príncipes que nunca fueron azules. Una mujer mira por la ventana y todo lo que puede ver son metales y óxido. Esa es su ciudad. Y es irónicamente gracioso que es la misma ciudad, cuna de moda y batidos sin azúcar, la misma ciudad donde Prada y Dior confirman el mito. Que en Manhattan hay de todo. Pobres, ricos, mil colores. Y aún que unos piden en vaso de papel lo que otros se gastan en vaso de cristal, aquí siempre llueve para todos.

sábado, 13 de julio de 2013

Gerundio del olvido

Corriendo detrás de grandes expectativas que se derriten como el hielo bajo un sol que quema demasiado. Corriendo detrás de los minutos que se me escapan de la mano. Buscando las decisiones que nunca se tomar sin mi indecisión. Volando entre los errores que cometo una y otra vez. Buscándote cuando ya hace tiempo que te has ido, intentando no pensar, en nada, para poder no recordarte. Encontrando nuevos caminos que tientan mis ganas de olvidarte. Esperando que un día vuelvas y me digas que te fuiste solo para poder volver mejor. Sabiendo que nunca lo vas a hacer. Acabando con las emociones que sentí contigo y intentando recibir las nuevas. Respirando, el aire que me queda sin ti.

viernes, 12 de julio de 2013

Dulce locura

Ella siempre pensó que estaba loca, des del día en el que se dio cuenta que el suelo era frío, bajo, demasiado seguro para ella, y decidió empezar a caminar de pié. A ella nunca la gustaron las muñecas, en la escuela se sentaba sola a mirar a los otros niños reír y vivir, ella se sentía viva, pero de un modo distinto.
Yo creo que siempre vio la casa des de la carretera, ¿que por qué no entró? Nunca lo he descubierto, puede que porqué tuviera miedo a tener que decidir entre la puerta principal y la puerta trasera, una elección demasiado difícil. Así que se quedó allí, para siempre, observando gente entrando y saliendo de las casas de los vecinos, viendo amos de llaves cerrar sus puertas para siempre, y decididas jóvenes abriendo hasta la última ventana, hasta la última oportunidad.
Ahora que lo pienso, puede que no entrara en ninguna casa porqué su lugar era ese, la calle, donde no hay puertas ni ventanas, es tan fácil entrar que a veces nadie se queda para más de un rato.
¿Por dónde iba? Ah, sí, siempre lo pensó, que estaba loca, de remate. Majareta. Con la cabeza en las nubes y los pies en el sol. Chalada. Ida.
Aunque no lo consideraba malo, siempre dijo que sin locura no se puede entender nada, sin locura no hay personas. Un día me explicó que hay gente demasiado precavida, que ellos no escuchan la vida, solo la oyen pasar, en un rumor lejano.
Así que ella quiso vivir con el volumen a tope. En sus tímpanos resonaban todas las locuras que hizo. Y uno no puede imaginar el numeroso montón de magulladuras que quedaron en su alma. Su cuerpo era fuerte, lleno de vitalidad, ¿sus opiniones? nadie las derribaba… pero su alma, Dios… su alma era frágil como una pequeña mariposa, por eso un día no pudo aguantar más, y se marchó.
Te preguntaras cómo una persona puede seguir en vida sin su alma. Pues bien, yo también me lo pregunto, y puedo asegurarte que no vas a encontrar una respuesta.
A partir de ese día sus tormentas aumentaban, podías verla gritar en silencio cuando, entre forzadas sonrisas, te decía "todo va bien, estoy bien, no te preocupes más y vete ya a vivir tu vida, que para algo es tuya y no mía". Se encerró en esa casa que nunca tuvo, y se fue quemando poco a poco toda su vitalidad.
Ella siempre pensó que estaba loca, desdes del día en el que se dio cuenta que el suelo era frío, bajo, demasiado seguro para ella, y decidió empezar a caminar de pié; hasta el día que su corazón se paró, triste porqué su alma no volvía.

Siempre volvemos

Porqué vuelves, siempre lo haces. De echo, volvemos, los dos. Nos vamos de vacaciones pero somos nuestra pequeña y escasa rutina. Eres mi rutina, la que me hace sentir a salvo dentro de la palma de tu mano. Eres mi tierra firme en medio del mar. Mi sombra cuando el sol quema y da dolor de cabeza. Mi lluvia cuando esta todo sucio.
Y solo siento un minúsculo temor, a que la proxima vez no vuelva yo, y te quedes tu allí, con tu tierra y tu sombra y tus gotas de lluvia.
Tengo miedo a encontrar otras.

Intocables


Con los brazos abiertos espero tu mejor golpe, para que veas que no caeré así como así. Rodeada de botellas que solo contienen aire ahogado. Con besos sin sentido, como las palabras sin orden. Con rumbo indefinido, como papel que no se quema nunca. Con humo denso que lo transluce todo a partes, como cristal roto. Y las velas derramando cera caliente que se solidifica al llegar a nosotros. Como si nada nos pudiera tocar. Miremos arriba y dejemos todo eso atrás.

lunes, 8 de julio de 2013

Oscuridad

Cuando era pequeña me daba miedo la oscuridad, me tapaba con el edredón hasta la nariz, no quería cerrar los ojos del todo aun que no viera nada. Al filtrarse una luz de las farolas por la persiana me estremecía al ver todas las sombras que se dibujaban.
Cuando te haces mayor, estas ya tan cansado de la lucha con el día, que al cerrar la luz ya no te quedan fuerzas para pensar si habrá un monstruo dentro del armario. 
Pero los adultos también temen a la oscuridad, pero no exactamente a este tipo de oscuridad. 

Cuando te haces mayor,  empiezas a ver gente cayéndose en ella, en esa otra oscuridad llena de sombras movedizas. Muchos no vuelven. Esa oscuridad de besos pagados, luces difusas, mentiras en sonrisas, cristales rotos y vahos de alcohol. Les atrapa, absorbe todo lo que son. Esa oscuridad empieza por no gustarte, te alejas de ella, enciendes mil pequeñas velas para echarla. Pero en algunos momentos viene y te consigue persuadir con sus promesas impredecibles, con sus aromas embriagadores que tanto te marean el alma. Y  una vez le has dado la mano, te coge todo el brazo, sopla y apaga cada una de las velas que tu habías encendido tan cuidadosamente. 
Algunos vuelven a ver una luz que se filtra por la persiana. Otros nunca.

domingo, 7 de julio de 2013

Hogar, dulce hogar

Mi hogar es donde quiera que estén mis sonrisas. Mi hogar es donde me espere un "buenas noches" entre la luna y las estrellas, y me despierte un "buenos días" con café y luz del sol. Mi hogar es donde no quiera escapar. Donde camino para llegar a algún lugar. Mi hogar es donde puedo respirar, cantar y gritar si quiero. Donde no hay voces, ni ojos sobre mí. Donde la vida es un paseo y los problemas solo una sombra. Donde mis demonios no me alcanzan. Donde tu y yo y todos somos un nosotros que se llevan bien en el conjunto. Donde descubro que todo es posible y nada es platónico. Donde se que esto y ahora es real. Mi hogar es mi gente. Mi hogar es mis canciones en la ducha y mis películas de domingo por la tarde. Mi hogar son mis libros. Mi hogar son mis letras. 
Y puedo asegurar ahora y aquí mismo que no lo cambiaría por nada.

sábado, 6 de julio de 2013

Déjame

Déjame caminando entre tus equilibradas palabras, porque las mías siempre me intentan derrumbar. Deja que camine a tu lado, mientras el viento frío me recuerda que no siempre has estado ahí. Deja que un escalofrío me roce la columna, sensación que me recorre al oír tu voz. Deja que me esconda en los camerinos de tu cuello. Deja que me quede entre tus brazos, y me encante entre tus pequeñas imperfecciones. Deja que me duerma sin pensar en un después, o un mañana. Deja que me olvide de todo esto, ayúdame a ver que todo es muy poco aunque parezca demasiado. Deja que me vaya de esta ciudad, de esta gente que susurra. Deja que desconecte de el papel que me ha tocado en el reparto de esta obra. 
No dejes que me vaya, deja que me quede, dime que me quede, y me quedaré.

Palabras sin camino


Cierro los ojos y todo se percibe más oscuro de lo normal, las luces se van al romper el silencio. Letra tras letra no hay palabras que puedan describir esto, esta nada que lo contiene todo. Es como ver el mundo bajo el cloro de la piscina, cuando sumergida en el agua miras hacia arriba y todo son pequeños destellos de luz y siluetas borrosas. Lo veo todo así. 
Y el café por las mañanas sigue amargo aunque lleve montones azúcar. El sol lo gasta todo y ya solo queda una superficie lisa; como el agua sin olas ni sal ;como el camino sin piedras; Como un libro sin letras.
Y así se va mi inspiración. Puedes robarme si quieres todo el tiempo, toda mi cabeza; puedes quitarme mis momentos y mis nuevas historias. Coge si quieres mi presente y mi futuro y hazme volver a tu pasado. Haz lo que quieras conmigo, pero deja mis letras aquí.
Porqué los días que vuelvo a casa con otro suspiro más, las palabras no brotan de esta fuente seca y entonces no puedo sacarme a mí de mi misma y eso duele, duele mucho. Así que devuélveme todo esto, todo lo que siempre me queda al final del día, todo lo que soy cuando no quedo más que yo.

viernes, 5 de julio de 2013

Queremos una historia


No buscamos el amor, buscamos una historia de amor. Buscamos detalles de película y momentos de poesía. Queremos realidades ficticias y a la vez fantasías de piel y besos. Queremos mucho de algo que tenemos poco, porqué si tenemos más ya solo queremos un trozo. Queremos que nos quieran pero no demasiado, queremos querer mucho y ser deseados.
Queremos estar arriba pero mirar desde abajo. Queremos una historia, una historia que algún día podamos recordar, e escribir.

jueves, 4 de julio de 2013

Sin camino

Ellas quieren que odie. Sí, esas voces, esas personas, que gritan en silencio mis errores. Con prejuicios de la vida que decidí llevar. Quieren que yo también grite. Quieren que vea el mundo con ese filtro que mete a la gente en tarros y los encuaderna en etiquetas, los marca para el resto de sus vidas, marcando también el camino que van a seguir.
Pues, les digo a todas esas voces que yo no quiero un camino.
Les digo que no voy a odiar, simplemente voy a respirar hondo y pensar, pensar claro y alto, tan alto que todos los otros pensamientos lo oigan. Y pensaré en eso, en que no hay cadenas si las rechazas, como no hay sombras si enciendes la luz.
¿Qué nos está pasando? Solo somos un rastro, un rastro de eso que éramos...Ah sí, humanos, con valores, con espejos reflejando que somos todos diferentemente iguales. Nos volvemos marionetas, que unas pocas manos hacen bailar, respiramos por metal y deseamos simple papel. Viajamos en un tren sin andén, que nos lleva hasta un desenlace fatal, no nos querrá ya la luna ni sus mareas, no cantará ya ningún pájaro cuando nos demos cuenta que todo ha salido mal.

miércoles, 3 de julio de 2013

Encontrémonos

Vamos a ningún lugar donde en vez de perdernos nos encontremos. Creo que ya hace demasiado que el rumbo se desvía. La aguja no señala el norte porqué el sur salió corriendo. Y nosotros confusos sin ver el sol salir, no sabemos hacia donde mirar. Vamos a derretir las ruedas en un viaje de carretera y desierto, vamos a escuchar la música tan fuerte que sabremos tener oídos sordos a palabras necias. Al final, cuando el aire de dióxido de carbono se filtre en nuestros pulmones, y el mar se confunda con la gran metrópoli, cuando los gusanos se coman los billetes y estos sean solo papel, nosotros podremos decir que nos pudimos escapar de todo esto justo a tiempo.

Levántate, ahora.

Demasiado jóvenes para preocuparnos. Si la vida se gira del revés, aprende a caminar así. No hace falta ahogarse en un charco de lluvia, no hace falta intentar salvarte si el agua solo te llega por los talones. Coge el toro por los cuernos y aprende a chapotear en tus problemas sin salpicarte.
Pasas por la vida y escuchas continuamente "Ojalá fuera tan fácil", y es que la gente no se da cuenta que sí lo es. Solo hace falta un "clic", un interruptor, una bombilla encendida, y lo puedes ver todo mucho más liso. A veces nos quedamos allí, cuando caemos, en el suelo, nos gusta probar su sabor y quejarnos de que está ahí. Nos quejamos, gritamos, nos enfadamos... aunque muchas veces no actuamos.
Y si respiras sin aire, si notas un gusto salado resbalando por tu confusión, si tus costillas se mueven sin conseguir una bocanada de oxigeno, si ves tu camino borroso y te encierras en ti mismo, si nadie te coge del brazo y te saca de allí de un empujón; tienes que levantarte tu solo, recoger los pedazos, olvidar y seguir andando.
Y ¿sabes? no es malo levantarte solo, cuando llegas donde quieres verás que todo puede salir bien.
Solo tienes que levantarte. Levántate, ahora.

martes, 2 de julio de 2013

Ingenua inocencia

Todo empezó allí, en esa inocencia de cuentos de hadas y películas que siguen un mismo patrón de historia irreal y desesperanzadora. Yo creía en ese para siempre, que irónicamente solo duraba la hora y media de banda sonora y palomitas en el sofá. Todo empezó allí, justo delante de un nuevo mundo de adultos mentirosos y perversiones degeneradas que parecían arco iris, canciones lentas, cosas dulces y frases previamente ensayadas. Me topé con los esquemas que la sociedad se ponía en este baile de mascaras y que todo el mundo parecía adorar irremediablemente. Y así como todos lo hacían, yo también lo adoré.
Me conformé con tan poco que al final yo era menos que todo eso. Creía que en todo había algo bueno y por eso no podía ver lo malo. La inocencia es demasiado ingenua. Eso no era amor platónico, ni adolescente,  eso no era ningún tipo de amor.
Y hace poco encontré un camino, que cambia cada vez que avanzo, mis ideales son todavía jóvenes y tengo mucho por ver. Ahora sé que los hombres no son de cuento, y las mujeres no son de revista. Sé que mi inocencia se ha esfumado un poco, y aún así creo todavía en que siempre, en el fondo, hay algo bueno.

Calles infravaloradas

Me asombran las calles. Sí, algo tan simple como un camino asfaltado rodeado de balcones y portales, con pequeñas farolas de luces nocturnas.
¿Nunca te has parado a pensar lo mucho que puede significar una calle?
Una calle puede ser ese lugar donde recibiste tu primer beso, o donde alguien te dejó al descubierto todos sus sentimientos, una calle puede ser el principio de algo. Una calle puede ser donde vas a buscar ayuda a gritos cuando necesitas a tu amigo. Una calle es donde hacías pasear tus muñecas vestidas con trapos mal cosidos como si fueran mujeres elegantes, y te lo parecían. Una calle es donde la pelota de tu vecino se coló mil veces en el balcón de la vecina gruñona. Una calle es donde vas a esconderte de tus enemigos, en busca de un rincón donde no te vean. Una calle es donde te quedaste dormido un sábado noche que fué demasiado loco. Una calle es donde pasaste corriendo con prisas y no te dio tiempo a mirar el cielo. Una calle es donde perdiste las ilusiones que alguien te había regalado, es donde te robaron las sonrisas y las sustituyeron con desamores. Una calle, dónde se te cayeron las monedas que llevabas en el bolsillo y después no encontraste.
Y es sólo eso, una calle.

lunes, 1 de julio de 2013

Salta lejos del pasado

Respira hondo. Solo es un sueño más. Cada noche te duermes así, soñando en colores desgastados, y te levantas en blanco y negro. Y así constantemente. 
Saca todo el aire viejo de ti. Solo es un paso más. Y las piernas que ya avanzan solas, ellas nunca se van a cansar de llevarte. 
Cierra los ojos. Solo es un rayo de sol, que una vez más, te ciega y no te deja ver por donde vas. 
Ahora, salta al vacío para que te puedas llenar de novedades y olvidar las viejas fotografías.
Salta, y no mires atrás. 
Respira, saca el aire, cierra los ojos y salta.

Inconstante verdad


Y la verdad del amor es que la sabes a las cuatro de la mañana, cuando tienes la almohada pegada a los ojos cerrados y de golpe los abres. Y lo descubres.

La verdad del amor es que va y viene, nunca de la misma forma, pocas veces se queda. Te engaña con sus trucos y te hace ser un romántico errante que vaga por todas las esquinas de una habitación redonda.
La verdad del amor es que se va quemando hasta que ya no queda más, y así una y otra vez.
La verdad del amor es que te hace ver la perfección en las situaciones mas humillantes, te hace ver el mundo con unas gafas rosas que poco a poco te queman la vista con su lente.
La verdad del amor es que nadie la sabe, porque cambia constantemente.

domingo, 30 de junio de 2013

Vida artificial

Me he perdido. Pero en realidad, creo que nunca me he encontrado. El aire sabe metálico. Observo los edificios viejos mientras respiro bocanadas de veneno artificial. Gotean las ideas de mi cabeza, fundidas por los prejuicios que me frenan. Gotean, recorren mi mejilla y caen al suelo en un elegante y viscoso charco de fracasos.
Lo intenté, al menos lo intenté. Pero me perdí, nos perdimos todos. Ni nos dimos cuenta y los valores ya se habían echado a correr. Siempre nos quedará este maldito camino que se sirve de sueños rotos por farolas, se ve muy vacío. El reloj de ese andén lleva ya décadas parado, las agujas están de vacaciones a otro tiempo pasado, cuando los segundos aún se podían aprovechar.
¿Lo ves? Este desfile ya no avanza a su compás. Ahora llueve en nuestra siempre soleada Toscana, y las luces de la gran ciudad se apagan por completo, nos dejan al fin a solas con la luna, la arena y el mar.


Me he perdido, pero eso no es sinónimo de me he rendido.

Vamos a nadar hacia una isla desierta, virgen de sociedad, donde podamos volver a encontrar nuestra humanidad.

Mis palabras en tinta

Las palabras reviven, nos describen, nos dan razones y nos piden muchas más. Las palabras enamoran, engañan y hasta ahogan. Las palabras se olvidan y se modifican para que digan lo que un día quisimos oír. Así los recuerdos quedan escritos en paginas que nos escribe la vida.
Por eso yo quiero dejar en tinta mis palabras, quiero volver atrás un día y encontrar lo mismo que dejé en el camino. Palabras asociadas a un suspiro o carcajada; etiquetas de momentos.
Porque las palabras reviven, describen, convencen,enamoran, ahogan, cambian y recuerdan, pero nunca son mas que eso, palabras.

Así que aquí dejo todo lo que grito, digo y susurro.
Lo dejo para cualquiera que quiera escuchar palabras, mis palabras.